La Comisión de Seguridad Logística del Barcelona-Catalunya Centre Logístic, BCL, realizó hace un tiempo un estudio denominado «Frío pasivo, el futuro del transporte con temperatura controlada», en la que se han detallado las diferentes posibilidades para el transporte de productos en bajas temperaturas.
Por un lado, el frío activo, para lo que se utilizan vehículos y plataformas de tráfico dotadas de sistemas de climatización, y por otro, la modalidad de frío pasivo, mediante embalajes que garantizan el rango de temperatura durante un período determinado de tiempo.
Se trata de un tema importante al existir una serie de productos como las frutas que deben mantenerse en condiciones de almacenamiento y a la temperatura correcta en su distribución hasta el punto de venta según nos comentó María Cecilia Ríos Gerente Administrativa de Fresh Cargo, expertos en el tratamiento de la carga fresca y congelada ¿Pero qué pasa con el frío activo y el frío pasivo?
El frío activo tiene puntos conflictivos que pueden provocar la rotura de la cadena de frío en el almacenaje o la preparación de pedidos, la carga y descarga, la distribución, o las entregas de última milla.
Requiere plataformas intermedias refrigeradas, y debe contarse con que si se produce una avería en el vehículo o en el sistema de refrigeración puede verse afectada toda la carga. También requiere más inversiones para distribuir y transportar diferentes rangos de temperatura.
Por otro lado, no permite una trazabilidad completa de temperatura y humedad real de los productos, y hay que limpiar y descontaminar las zonas de carga. En cuanto a la huella de carbono, es elevada porque se utilizan embalajes de un solo uso, se recicla poco, se genera basura y hay un elevado consumo de combustible y electricidad.
Por todo ello, no se ajusta a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y no cumple con los parámetros de la economía circular, si bien ofrece un menor coste a medio plazo, menos complejidad en la preparación de pedidos, y la posibilidad de transporte puerta a puerta y cargas completas, siendo el más adecuado para productos con un amplio margen de tolerancia fuera del rango de temperatura.
Respecto al frío pasivo, consiste en la utilización de placas eutécticas, hielo seco, nieve carbónica y nitrógeno líquido. En este caso, no se requieren plataformas intermedias refrigeradas, no hay posibles roturas de frío en la carga y descarga, el embalaje protege de las inclemencias climáticas y no hay variaciones de temperaturas.
Igualmente, las averías del vehículo no afectan a la carga y pueden utilizarse vehículos de carga normal, pudiendo realizarse el transporte a diferentes rangos de temperatura. Por su parte, los embalajes, que se descontaminan de forma más sencilla, están validados y también se valida el proceso en las entregas capilares.
Se ajusta a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con procesos más ecológicos y un menor impacto en la huella de carbono, cumpliendo con los parámetros de la economía circular. Sin embargo, cuenta con algunas debilidades, como costes más elevados a corto plazo, mayor complejidad en la preparación de pedidos o la necesidad de un mayor control de stocks de los embalajes.
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