La “Última Milla” es ese tramo final antes de que las mercancías sean entregadas a su destinatario. Después de ser transportadas desde su origen por aire, mar o tierra y tras su alojo en el centro de distribución, llega el momento de entregársela al cliente. Puede parecer que ya no queda nada, que lo más difícil ya está hecho, pero no es así.
En ocasiones, este paso puede traer dolores de cabeza, para el cliente y para el encargado de la entrega. ¿Por qué? En último tramo pueden intervenir factores que den como resultado la entrega fallida. El empaquetado y etiquetado pueden llegar erróneos al distribuidor. Si el cliente no está, se produce la necesidad de un segundo intento.
Lo anterior es evidentemente un perjuicio para ambas partes. El tráfico puede ser otro factor determinante, sobre todo si hay un horario de entrega. La accesibilidad a diferentes zonas se puede ver afectada por cambios de ruta provocados por accidentes, eventos o incluso la contaminación.
Estas dificultades de la “Última Milla” a las que se enfrentan las empresas de logística y transporte no se pueden eliminar, pero sí minimizar. La informatización de los procesos, una buena planificación, acordar puntos de conveniencia para el cliente y el transportista o adecuar las flotas, adquiriendo vehículos más eficientes y menos contaminantes, pueden ser una gran ayuda, tal y como se ha publicado en los últimos tiempos en distintos medios.
Con todo lo que se ha tenido que vivir, empresas enfrentan la fase más complicada de la pandemia en términos de la atención del comercio electrónico (E-Commerce) y, sobre todo, pensando en el tema de la última milla para la entrega de los paquetes hacia el consumidor final.