Los servicios marítimos portuarios, aquellos que involucran todas las operaciones que se prestan dentro de un puerto a los buques, a las cargas y a los pasajeros, se han visto profundamente impactados por las diferentes contingencias que se presentaron a nivel mundial.
Asimismo, los mercados tiene una larga historia de respuestas a las necesidades del sector respecto a infraestructura portuaria para atender buques portacontenedores cada vez más grandes. El desarrollo de estas infraestructuras requieren, eso sí, recursos financieros significativos, los cuales de alguna forma deben provenir de distintos operadores logísticos.
José Luis Almazán, docente de la Universidad Politécnica de Madrid, en participación del conversatorio organizado por El Mercantil, analizó el presente de un sector que en los últimos años ha sufrido una convulsión que supone un paso hacia la evolución.
¿Cuál es la situación actual del sector marítimo y portuario?
El mundo logístico portuario está en evolución desde el origen de los tiempos. La navegación es una de las características del ser humano. Los cambios se producen de manera muy rápida. El sistema evoluciona para adaptarse, especialmente durante un fenómeno nuevo como la pandemia. Se han tambaleado principios que hasta ahora parecían inamovibles.
El centro de gravedad de la actividad económica mundial se ha movido del tradicional eje Atlántico al Pacífico y ahora el transporte marítimo está basado en pequeñas diferencias de precio, que ponen en marcha los flujos de transporte. En este contexto, para abaratar precio hay que integrar la cadena de transporte. De esta manera, el sistema es eficiente cuando se equilibran oferta y demanda, pero cuando se produce un problema el sistema no tiene holgura y empieza a producir problemas encadenados.
¿Esto se ha acrecentado con la pandemia?
Ciertamente que, con la pandemia, han aflorado problemas enormes que tardaremos en normalizar, que se han traducido en sobrecostes y en desabastecimientos, que luego ha producido un incremento de precios. Vivimos un mundo de fletes disparatados. La pandemia ha roto la cadena de suministro y ha hecho un daño tremendo a las tripulaciones.
Además, la pandemia ha puesto sobre la mesa la debilidad del sistema, lo que va a suponer una modificación de la estructura empresarial del sector, con un proceso de integración que ha arrancado ya, que se va acelerando y que podría acabar un un número muy limitado de operadores.
¿Cómo se logra salir de esta situación?
Es complejo. Por ejemplo, dejar el sector marítimo en manos privadas tiene riesgos, como se ha demostrado durante la pandemia. Hay que ver qué papel juega el Estado, el de inversor o el de regulador. El sistema no puede pensarse desde un punto de vista público para generar ingresos, sino que debe establecerse un colchón para cuando vienen los problemas. Es un equilibrio muy delicado. La influencia que tiene el sector marítimo portuario sobre el conjunto de la economía es muy importante. Eso es algo que conviene tenerse en cuenta.
¿Cuáles serán las tendencias inmediatas del sector?
Por un lado la sostenibilidad, aunque las restricciones ambientales en los combustibles de los buques están trasladando tráficos a la carretera. La digitalización también es clave y permite hacer un seguimiento muy próximo. Esto es una asignatura aún pendiente en el transporte marítimo. Ahora hay tecnología para saber exactamente en cada momento dónde está la mercancía y su estado. Es una nueva dimensión.
Además, la accesibilidad ferroviaria también es muy importante y está dando mucho que hablar. Puerto y ferrocarril son dos modos inseparables. Otro tema importante es la seguridad en su doble vertiente de safety y security. Es un arma de doble filo, porque el aumento de las inspecciones hacen que un sistema abierto y global pase a ser selectivo y discriminatorio, porque sólo podrán relacionarse entre si puertos con niveles similares de seguridad. El mundo global pasa de ser una red extensa a tener una red selecta.
¿Cuáles son los desafíos inmediatos en el mundo marítimo portuario?
Los puertos necesitan conectividad terrestre. Vivimos un mundo dinámico e interrelacionado. Aislarnos no es el camino. Hay que poner recursos en ellos de forma adecuada, sin detraerlos al propio sistema económico. El sistema portuario debe estar al servicio del comercio. No es un fin en si mismo. Se trata de favorecer el funcionamiento del sistema económico en beneficio del conjunto de la sociedad.
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