El Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, el Pacto Verde Europeo o los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcan la agenda de la movilidad y el transporte. Pero ¿están preparadas las carreteras para convertirse en infraestructuras conectadas y verdes?
La respuesta es no, según el último informe sobre ‘Necesidades de Inversión en Conservación‘. La investigación concluye que el 70% de la red viaria es segura, pero sólo el 43% de las vías están preparadas para la futura movilidad conectada y autónoma, y apenas el 14% podrían iniciar el proceso de transición ecológica derivado de las exigencias y compromisos internacionales.
De los 101.700 kilómetros representados en la muestra, un total de 13.000 presentan deterioros graves en más del 50% de la superficie del pavimento, alejando cualquier perspectiva realista de que la red viaria pueda acometer en el corto o medio plazo su adaptación a los requerimientos de la nueva movilidad.
La cara amable la ofrece en España el País Vasco, un modelo de red segura preparada para dar el salto hacia la digitalización y la transformación ecológica. En la serie estadística recogida en los resultados del presente informe, se observa cómo en el año 2001 la conservación de la red viaria aprobaba holgadamente, para llegar a situarse en 2021 a las puertas del ‘muy deficiente’.
Darle la vuelta a esta situación requiere una inversión mínima de 9.918 millones de euros, repartido entre 3.261 millones para la red que gestiona el Estado y 6.657 millones para la que administran los gobiernos autonómicos y forales.
En este sentido, alertan de que la Estrategia Sistema Seguro, la Ley de Movilidad y la Estrategia de Movilidad Sostenible se verán amenazadas si la situación de las infraestructuras viarias no da un giro de 360 grados.
Asimismo, alcanzar la neutralidad climática en 2050 es, sencillamente, «una quimera» desde la óptica en la que las Administraciones han instalado sus políticas de movilidad. Por otro lado, no debe olvidarse que circular por una carretera en mal estado incrementa al menos un 10% el consumo de combustible.
En la coyuntura actual, la única solución posible para que las carreteras se posicionen en la línea de salida hacia una movilidad segura, verde y conectada, pasa por la definición de un espacio de financiación propio, global y sostenible para la conservación viaria.
Este habría de nutrirse mediante los Presupuestos Generales del Estado y de las Comunidades Autónomas y Diputaciones Forales, los fondos europeos, los sistemas de tarificación por uso, y las estrategias de colaboración público-privada. Además, es imprescindible implementar una estrategia que acelere la transformación ecológica y digital de las carreteras, a fin de mejorar la competitividad, la calidad y la sostenibilidad del sistema viario.
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