Los efectos del Covid-19, ha acelerado las nuevas tendencias relacionadas con las ventas en línea. La omnicanalidad genera a cada momento una serie de modificaciones en los modelos establecidos de negocios, donde las compras presenciales de productos, han ido dando paso de forma gradual pero sostenida al branding y canales online.
Estos conceptos incorporados al comercio hace ya mucho tiempo, pero reforzados en tiempos de pandemia, necesitan nuevos espacios para entregas de pedidos de última milla (new retail), con transformaciones importantes de sus centros de distribución, hubs o microalmacenes. Adicional a eso, las empresas han impulsado la creación de los denominados «flagship stores», que no son otra cosa que salas de exposición que los clientes tienen a disposición para ver productos y luego comprarlos por internet.
La consultora Savills Aguirre Newman, en declaraciones publicadas por El Mercantil, aseveró que “con los flagship stores, los operadores pueden ahorrar costes de stock y almacenaje de la mercancía en las propias tiendas y centrarse en ofrecer una experiencia única que transmita los valores de marca a sus clientes. Sin embargo, no hay un patrón de actuación claro, en la actualidad, se dan tanto casos en que retailers tradicionalmente offline cierran sus tiendas para pasar al canal online, así como casos de negocios nativos digitales que abren tiendas físicas para comunicarse de forma distinta con sus clientes.
Desde la consultora agregaron que «suele producirse un efecto halo, que establece una relación simbiótica entre los establecimientos físicos y sus tiendas online, y por el cual, los e-commerce que abren un canal offline suelen aumentar sus ventas online entre el 15 y el 20%».
Importancia de la Última Milla
Las decisiones derivadas del paradigma entre lo online y offline, repercute directamente en el transporte de productos, es decir, en la última milla para la entrega final de productos. Es así como la incertidumbre respecto a su rentabilidad por los altos costes, los peligros en los colapsos de las plataformas o las elevadas tasas de devolución de productos, son problemáticas que requieren la atención de los operadores.
El director de operaciones de la consultora Triangle REM, Baldemar Asensio, dijo que «la flexibilización de los espacios en las ciudades para facilitar el reparto de última milla pasará indudablemente por la utilización de los centros comerciales, aunque esta solución no puede ser la integral para este canal. Con todo, están bien posicionados para dar solución al almacenamiento y tienen infraestructura creada dentro de los propios centros y tienen licencia para realizarlo, esta adaptación supone la reducción de espacios de superficie de venta que irán destinados a áreas de recepción y entrega».
En esa mismo línea, el director de Industrial y Logística de CBRE España, vaticinó que «próximamente los centros comerciales necesitarán no solamente atender la venta al público, sino también tener una gestión eficaz del stock para una mayor y más eficiente entrega de los pedidos a sus clientes, que se podrán realizar también en la propia tienda. Esta realidad aumentará la superficie que se va a destinar dentro de las propias tiendas al almacenamiento, mientras que las tiendas como tal disminuirán su espacio».
Estas nuevas experiencias para los consumidores, se verán acrecentadas conforme se vayan presentando nuevas ofertas por parte de las empresas. Es más, incluso las marcas premium, acostumbradas a la interacción física con el cliente, ya están cambiando paulatinamente sus estrategias comerciales, para adaptarse al comercio electrónico como complemento a las tiendas outlet y al Full Price.
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