Con toda la vorágine que implica contener el impacto del cambio climático, los avances científicos permitían suponer que, en algún momento, los desechos de la agricultura pudieran convertirse en combustible para aviones de pasajeros y de carga.
Ese anhelo ya es un realidad. En concreto, la multinacional energética y petroquímica española Repsol acaba de comunicar que ha concluido con éxito la producción del primer biocombustible del país para aviación a partir de residuos, después de una serie de ensayos realizados en el Complejo Industrial de Petronor, que han dado como resultado este primer lote.
Se trata de un BIOJET generado a través de la reutilización de basura, lisa y llanamente, que supone un hito absoluto en la búsqueda de una aviación cuya huella de carbono sea menor, sobre todo atendiendo a las acusaciones que pesan sobre el sector, y las sugerencias de los expertos de reemplazar aviones por trenes en trayectos cortos.
Desde Repsol explican sobre su última hazaña, que “el lote consta de 5.300 toneladas de combustible sostenible cuyo uso supondrá que se evite la emisión a la atmósfera de 300 toneladas de CO2, el equivalente a 40 vuelos Madrid-Bilbao”, algo que permite dar una idea de su rendimiento final.
También se debe tener en cuenta que Repsol ya había trabajado con dos lotes similares, en aquellas oportunidades producto de las refinerías de Puertollano y Tarragona, aunque entonces se uso la biomasa como materia prima, mientras que, en esta ocasión, el aprovechamiento de elementos residuales le da otra trascendencia al hecho.
A su vez, esto permitirá a las aerolíneas que estén interesadas en ello, comenzar a reducir significativamente el impacto sobre el medioambiente, siguiendo los planes trazados por la Asociación del Transporte Aéreo Internacional (IATA), que se comprometió a revertir la actual situación desde el año pasado.
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