Shanghái y Beijing volvieron a emitir una nueva alerta de COVID-19 el jueves 09 de junio, después de que partes del centro económico más grande de China impusieran nuevas restricciones de cierre y la ciudad anunciara una ronda de pruebas masivas para millones de residentes.
Mientras tanto, el distrito más poblado de la capital china anunció el cierre de los lugares de entretenimiento, mientras que la noticia del cierre del distrito Minhang de Shanghai, hogar de más de 2 millones de personas, hizo caer las acciones chinas informa reuters.
Si bien la tasa de infección de China es baja según los estándares mundiales, el presidente Xi Jinping ha redoblado la política de cero COVID que, según las autoridades, es necesaria para proteger a los ancianos y al sistema médico del país, incluso cuando otros países intentan vivir con el coronavirus.
El cierre temporal cubrirá los distritos de Minhang, Pudong, Huangpu, Jing’an, Xuhui, Hongkou y Baoshan. Según los informes, cuatro de los seis casos se encontraron en Minhang, un distrito de unos 2,5 m en el suroeste de Shanghái. El distrito de Minhang estará cerrado el sábado, mientras que los otros distritos no han declarado cuánto tiempo durarán sus bloqueos.
Aunque hasta el momento, las nuevas restricciones no han afectado directamente a los puertos y a la cadena logística, hay que estar atentos a como evolucionan los nuevos brotes y los efectos adversos de muchas economías que realizan procesos de manufactura en China, como por ejemplo, el caso de Japón.
Un primer semestre complejo para el gigante asiático
Recordemos que la última ola de coronavirus que azotó China incluso fue peor que la ola original del 2020, lo que hizo que los contagios se extendieran en diversas ciudades chinas, entre las que se incluyeron la capital Beijing, Hong Kong, Shenzhen, Shanghái y Qingdao, entre otras.
En Shanghái, las autoridades centraron sus esfuerzos en mantener unas condiciones de trabajo estables para mantener el flujo de mercancías en el principal puerto del país.
En Hong Kong, la ola afectó al transporte terrestre, con una reducción de capacidad de en torno a un 70%, según los forwarders de la ciudad, con lo que se produjo importantes retrasos en los controles aduaneros que implicaban demoras adicionales en los servicios de carga aérea que partían de allí.
La reducción en capacidad de transporte terrestre fue común a todo el país, con el consiguiente efecto látigo en las cadenas de suministro que partían desde los centros de producción chino hacia los principales puntos de salida para la exportación y donde estamos viendo recién sus efectos tras la apertura del país el 01 de junio.