Las medidas tomadas por el Canal de Panamá para mitigar los efectos de la sequía ya están teniendo consecuencias en el comercio mundial. Si bien la situación es de relativa normalidad y en el sector logístico aún no la consideran grave, se han reducido los tránsitos por la infraestructura de 38 a 32 embarcaciones al día y también se ha limitado el calado máximo de los buques. Además, hay un atasco que afecta a más de 100 barcos, provoca retrasos de hasta 20 días para cruzar y ha incrementado un 30% el coste de los fletes.
«Desde el mes de enero de este año ya se vienen aplicando restricciones de profundidad para los grandes buques que pasan por el Canal de Panamá debido a la menor profundidad de sus aguas que ha provocado la sequía», explica a El Mundo, Francisco Aranda, presidente de UNO, Organización Empresarial de Logística y Transporte de España. Son las últimas medidas, de restricción de tráfico, las que han provocado este embotellamiento.
Según fuentes del Canal de Panamá citadas por Efe, en estos momentos hay «un total de 134 buques en espera de tránsito desde ambas entradas, Atlántico y Pacífico«. El tiempo medio de espera para «tránsitos no reservados» se sitúa entre nueve y 11 días, aunque Aranda cifra los retrasos para cruzar en 20 días.
El Canal utiliza un sistema de esclusas que elevan los barcos al nivel del lago Gatún y de este modo permite comunicar los océanos Atlántico y Pacífico. El problema es que llenar cada una de estas esclusas requiere 101.000 metros cúbicos de agua y ahora mismo ésta, que también se utiliza para abastecer a la población, escasea.
Panamá ha experimentado «un extenso periodo seco» en la última década, en la que se han registrado dos de los cinco años más secos de los últimos 72 años. Las restricciones se mantendrán en los próximos meses salvo que se den «cambios significativos en las condiciones meteorológicas» respecto a las proyecciones actuales, según el propio Canal.
Desde enero se aplican medidas de ahorro y ya a principios de año se temía que la temporada seca repercutiese en el nivel de agua del lago. En junio se planteó restringir el tráfico, algo que ocurrió en julio. El Canal explicó en un comunicado que mantendrá las medidas de ahorro de agua «durante los meses de lluvia para recuperar el nivel de los lagos y así garantizar el recurso hídrico para el consumo humano sin afectar, en la medida de lo posible, los tránsitos por la vía interoceánica».
Finalmente, en julio, «ante la prolongación de los efectos de la temporada seca y cumpliendo con su responsabilidad de ofrecer un servicio confiable y sostenible», el Canal comunicó a sus clientes la reducción en el número de buques que circulan cada día. De los 38 que pasan normalmente, el 30 de julio se pasó a 32: pueden pasar 10 embarcaciones a través de la ampliación neopanamax (aquí no hay cambios) y otros 22 por panamax. Asimismo, se rebajó el calado, la profundidad que alcanzan los buques, a 44 pies (13,41 metros), para reducir el agua que se consume en el proceso.
De hecho, el 1 de agosto pasó por el Canal el portacontenedores Ever Max, que realizaba su viaje inaugural. El buque mide 366 metros de largo y 51 de ancho y, además, tiene un calado superior a los 50 pies, que ya sería el máximo permitido por el Canal en condiciones normales (es decir, con el Gatún a su máximo nivel).
Así, se vio obligado a dejar en tierra la capacidad equivalente a 1.400 contenedores -al bajar su peso también se reduce su calado-, que fueron transportados por tierra y recogidos en Colon Container Terminal. Esto supuso que el Canal dejó de percibir más de 40.000 dólares en peajes en este tránsito.
«Esta situación está ya provocando que las grandes cadenas logísticas estén analizando una replanificación de las rutas por si esta situación se agrava o se mantiene», detalla Aranda. «La situación aún no es grave, pero ya hay retrasos«, resume, y la búsqueda de alternativas se hace con el recuerdo del bloqueo en Suez aún muy presente.
En ese caso, el parón fue total cuando el descomunal Ever Given -400 metros de eslora- se quedó varado transversalmente en el ‘pasillo’ africano. Ningún barco pudo cruzar durante casi una semana y las cadenas de suministros de todo el mundo se vieron afectadas en mayor o menor medida.
Así, si bien en esta ocasión sigue habiendo circulación y a un ritmo relativamente alto, la sequía se nota. «La primera consecuencia que ha tenido es un incremento que ya se ha producido, en los fletes, de alrededor de un 30%», explica el directivo.
«Los operadores logísticos ya están trabajando para buscar soluciones a este problema que ya veremos si es coyuntural o estructural». En cualquier caso, las dos soluciones que aparecen son «reducir la capacidad de los barcos y diseñar nuevas rutas«, relata Aranda. «Pero eso significa que el tráfico tarda más días y eso hay que analizarlo según las fechas de entrega que se produzcan en las próximas semanas«, advierte.
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