Los precios del gasóleo mantienen una dura racha ascendente que parece no tener fin. Desde hace unos meses se alude a la invasión rusa de Ucrania como el motivo principal para esta escalada, aunque, sin embargo, esta razón no sirve para explicar por qué los precios del combustible diésel son superiores a los de gasolina.
Esto porque la situación bélica afecta a ambos productos por igual, aunque, a la vez, Rusia es uno de los grandes productores mundiales de gasóleo. Así pues, parece que los motivos que explicarían el mayor incremento en los precios del gasóleo tienen un origen industrial, como consecuencia directa de la crisis sanitaria, y, por tanto, van más allá del hecho de que el consumo de gasolina haya superado al del diésel.
En primer lugar, tras este comportamiento se encuentra la rápida recuperación de la actividad productiva en los países occidentales tras el parón de 2020, que también supuso una parada para gran parte de las refinerías, que ahora se esfuerzan por recuperar los niveles de trabajo existentes hasta 2019.
De igual manera, la pandemia ha supuesto un potente impulso para la carga aérea. Viene esto a cuento porque los combustibles de aviación y el diésel se producen a partir de los mismos derivados del petróleo. Así pues, con la fuerte demanda de transporte aéreo registrada el año pasado, las refinerías han tendido a potenciar este tipo de combustibles, en detrimento del gasóleo.
Como consecuencia, el suministro del combustible diésel ha caído, con lo que su precio se ha incrementado con fuerza, espoleado, a su vez, por el crecimiento de la demanda, a medida que los servicios de transporte por carretera se han ido recuperando, en una tendencia que sigue vigente, dado que los grandes productores ven cómo sus beneficios se disparan sin tener que incrementar la producción.
Cabe decir que la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos cree el transporte podría contribuir a reducir el consumo de combustible en un 19% a través de mecanismos para potenciar la eficiencia y toda vez que los vehículos de gasóleo fabricados a partir de septiembre de 2014 ya emiten un 30% menos de dióxido de carbono y un 85% menos de óxidos de nitrógeno que los que circulaban hace una década.
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