Previsiones de stocks logísticos se ven afectados por baja fiabilidad en sector marítimo

La fiabilidad y regularidad en los servicios de transporte constituyen elementos clave para conseguir afinar los flujos logísticos y de producción, así como para reducir los volúmenes de stock y, en consecuencia, minimizar los riesgos financieros que implica contar con un alto volumen de existencias.

Sin embargo, desde finales de 2019 diversos sucesos han ido poniendo piedras en las cadenas de suministro internacionales, dificultando cada vez más los aprovisionamientos de productos en múltiples industrias de diversas zonas de planeta.

En las últimas décadas los diversos sistemas logísticos de flujo tenso se han construido sobre diversos factores entre los que se incluyen el abaratamiento de los fletes, la regularidad en los tiempos de tránsito del transporte marítimo de contenedores, así como la flexibilidad y la capilaridad que ofrece el transporte por carretera.

Sin embargo, la crisis sanitaria ha supuesto un paso atrás en los modelos de logística ‘just-in-time’, a la vista de los efectos que han arrojado las medidas sanitarias de confinamiento, aislamiento y limitaciones de paso sobre los principales trayectos de transporte internacional de mercancías. Ahora, el impacto sucesivo de diversos acontecimientos en los dos últimos años están llevando la alteración en los flujos a un nuevo nivel.

De hecho, según diversos análisis internacionales, el porcentaje de barcos que llegan en el tiempo de trayecto marcado en los servicios que enlazan el sureste asiático y América del norte está en un 11% y en abril era de un 9%, cuando en mayo de 2020 este registro era un 53%.

Esta falta de regularidad y la alta inestabilidad que rodea a los servicios de transporte marítimo están obligando a empresas de diversas zonas del mundo a reforzar sus niveles de existencias con el fin de poder garantizar sus producciones.

Mientras tanto, la irregularidad en los abastecimientos y en el transporte a los mercados finales también obliga a muchas compañías a limitar el número de pedidos que pueden absorber o a retrasar las entregas de sus productos, como ya sucede desde hace meses en la industria automovilística, por ejemplo.

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