¿Qué depara el 2024 para Ecuador y América Latina?

Con el inicio de un nuevo año, es tradicional para América Latina y el Caribe que sea un momento para recordar que pasó y mirar hacia adelante con esperanza y buenos deseos para lo que viene. Es probable que el 2024 sea un año de importantes desafíos para la región, que se ve afectada directa e inmediatamente por sus condiciones a través de la interdependencia económica, la geografía y la familia.

En la clasificación de 2021, Brasil (35), Argentina (41) y México (44), ocupan los tres primeros puestos latinos y son los únicos países de la región entre los 50 más influyentes del mundo.

Según publica Reuters, América Latina está cada vez más conectada a los acontecimientos y condiciones del entorno global más amplio, a través de los lazos del comercio y los mercados financieros, la funcionalidad de las instituciones políticas globales, el flujo de personas e ideas, y el interés por la región de una serie de actores. En 2024, América Latina y el Caribe se verán afectados, en gran medida negativamente, por la probable expansión de conflictos más allá de la región, así como por una postura cada vez más confiada y agresiva por parte de actores no liberales externos a la región, que persiguen agendas que implican a socios autoritarios y de otro tipo dentro de ella.

Entre los riesgos que entraña para la región la escalada de los conflictos mundiales cabe citar la posibilidad, pequeña pero no insignificante, de una guerra transformadora provocada por el intento de la República Popular China (RPC) de poner fin por la fuerza a la autonomía de Taiwán.

Eventualmente, podría existir un ciberataque de gran envergadura que provoque fallos en los servicios financieros, logísticas u otras infraestructuras críticas mundiales, y, a falta de tales cataclismos, el riesgo de una crisis económica de proporciones mundiales, como la de 2007-2008, impulsada por la fragilidad de los mercados de la República Popular China, Estados Unidos y Europa, llevados más allá de su punto de ruptura.

En Ecuador, el nuevo gobierno de Daniel Noboa, a pesar de sus buenas intenciones, su amplio alcance y sus ideas creativas, probablemente tendrá dificultades para lograr avances tangibles en la reducción de la enorme violencia de las bandas relacionadas con el narcotráfico que conmociona al país, especialmente en las provincias costeras.

El partido Revolución Ciudadana del ex presidente Rafael Correa, con el que Noboa ha tratado de cooperar de manera incómoda, incluida la relajación de la persecución de sus líderes por delitos cometidos en el pasado, puede continuar cínicamente como parte de la coalición de gobierno mientras, sin embargo, trata subrepticiamente de sabotear a Noboa, incluso mediante protestas callejeras, con la esperanza de crear una parálisis que allane el camino para su regreso al poder en las elecciones presidenciales de mayo de 2025.

América Latina

En 2024, la dinámica de América Latina y el Caribe estará marcada por el fortalecimiento político y económico, y el aumento de la audacia, de los actores autoritarios Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia, así como por el mayor compromiso con ellos y el apoyo a los mismos por parte de los rivales de EE.UU. Irán, Rusia y China.

Esta dinámica se verá complementada por el probable aumento del radicalismo de actores de la “izquierda democrática” como Honduras y Brasil y la profundización de las crisis políticas y económicas en otros países como Panamá, Ecuador, Perú y Argentina.

Asimismo, el 2024 será un mal año para el multilateralismo latinoamericano, con contrastes entre una izquierda resurgente y radicalizada, y un número limitado de gobiernos simpatizantes con la agenda estadounidense, entre ellos Ecuador, Perú y Argentina.

México

La probable victoria de Claudia Scheinbaum en las elecciones mexicanas de junio de 2024, dará paso a un gobierno más alineado que su predecesor con la administración Biden en cuestiones sociales y medioambientales. También es probable que se muestre menos proclive a iniciativas económicas autodestructivas que generen conflictos comerciales y de inversión con EE.UU.

El Caribe

La violencia derivada de la interacción entre la expansión de los flujos de drogas desde Venezuela y Colombia hacia Estados Unidos y Europa, las bandas y las armas ligeras seguirá alimentando una violencia significativa en algunas zonas del Caribe, como Trinidad y Tobago, Jamaica y Haití. Es probable que la fuerza de mantenimiento de la paz sancionada por las Naciones Unidas, con sede en Kenia, se enfrente a importantes dificultades para controlar las bandas en Haití, con una escalada de la violencia unida a controversias en las que se vea envuelta la fuerza autorizada por la ONU, como ocurrió anteriormente con la MINUSTAH.

La crisis económica de Cuba probablemente se aliviará un poco, reforzada por el aumento de los flujos de petróleo procedentes de un régimen de Maduro fortalecido en Venezuela, y un mayor compromiso con Rusia, Irán y la República Popular China, así como el turismo y otros compromisos económicos de la Unión Europea, con España, bajo el gobierno izquierdista de Pedro Sánchez, presidiendo el Consejo Europeo.

En general, los emigrantes haitianos, cubanos y venezolanos seguirán pasando por el Caribe en cantidades significativas, imponiendo tensiones sociales en la región y facilitando los flujos ilícitos de drogas y el tráfico de personas por parte de bandas radicadas en Venezuela, como el Tren de Aragua.

América Central

Las condiciones en Centroamérica, cerca de Estados Unidos, seguirán deteriorándose en 2024, impulsadas por los efectos corruptores e inductores de violencia de la expansión de los flujos de drogas, que refuerzan la extorsión y otras actividades delictivas de bandas como la Mara Salvatrucha y Barrio-18, así como por la creciente desilusión con la democracia en la región, que facilita aún más el ascenso y la consolidación en el poder de líderes populistas de múltiples orientaciones.

El resultado neto será una continua erosión de la cooperación con Estados Unidos y de su influencia en una de las subregiones más cercanas a Estados Unidos continental, así como un aumento de la frontera sur de Estados Unidos, y una mayor influencia de China en los ámbitos político y económico.

Guatemala

Es probable que Bernardo Arévalo asuma el poder el 14 de enero de 2024, pero su lucha constante con las élites que aprovechan su control de las instituciones para inhabilitarlo políticamente a él y a su partido puede radicalizarlo hacia la izquierda, aunque siga colaborando con la Administración Biden.

Honduras

El ala de izquierda radical del partido Libre, y las familias Zelaya y Castro, continuarán consolidando el poder en el país, fortaleciendo los lazos políticos y criminales con un resurgente régimen de Maduro en Venezuela. El PRC continuará con avances significativos entre las élites hondureñas, y en proyectos en los sectores digital, eléctrico, de la construcción y otros, así como en el gobierno y los medios de comunicación hondureños.

El Salvador

Las tácticas de Nayib Bukele para reprimir la violencia de las pandillas, a pesar de sus considerables éxitos, probablemente profundizarán las tensiones con el gobierno de Biden, empujando al presidente a una mayor dependencia económica de la RPC, incluyendo proyectos emblemáticos de bibliotecas y estadios, incluso mientras aumentan las preocupaciones en el gobierno de Bukele sobre la capacidad de un El Salvador pequeño y cada vez más aislado para manejar la influencia de la RPC.

Nicaragua

El régimen de Ortega seguirá consolidando su control autoritario sobre el país, reforzado por nuevos proyectos de empresas con sede en la RPC. Es probable que se distinga cada vez más como el país centroamericano que trabaja más agresivamente con Rusia e Irán, así como con la RPC, en el ámbito de la seguridad, causando considerable consternación en Washington y en la vecina Costa Rica, parte de cuyo territorio reclama Nicaragua.

Costa Rica

El gobierno de Rodrigo Chávez, el país más pro-estadounidense, pro-mercado y bien gobernado de Centroamérica, se enfrentará a crecientes presiones internas por la violencia criminal relacionada con el narcotráfico, y a protestas de la izquierda por las políticas del Presidente, que buscan desestabilizar su administración.

Panamá

El cierre de las operaciones mineras de First Quantum y las reducciones de los tránsitos por el Canal de Panamá relacionadas con el agua limitarán cada vez más la capacidad del gobierno para responder a las crecientes dificultades económicas y presiones sociales. El descontento impulsará a Ricardo Martinelli a una fácil victoria en las elecciones panameñas de mayo de 2024.

Sudamérica

En Perú, el régimen de Dina Boluarte seguirá sobreviviendo en un equilibrio inestable, con diversos y a veces corruptos actores en el Congreso que podrían perder sus cargos si el gobierno de Boluarte cae antes de las elecciones de 2026.

En medio de la incertidumbre, la mayoría de las nuevas inversiones mineras extranjeras y otros compromisos económicos importantes seguirán en suspenso. Es posible que en 2024 se produzcan nuevas oleadas de protestas sociales, sobre todo en el interior y cerca de la frontera con Bolivia, aquejadas tanto por el etnonacionalismo indígena como por economías criminales arraigadas.

En esta situación, la minería ilegal y el cultivo de coca seguirán creciendo, incluso en la región selvática del norte, cerca de las fronteras con Colombia y Brasil, así como cerca de la frontera sureste con Bolivia.

Brasil

El gobierno de Luiz Inácio “Lula” da Silva desempeñará un papel cada vez más destacado como líder de una izquierda latinoamericana diversa pero en expansión, al tiempo que seguirá buscando oportunidades para interponerse como mediador internacional en conflictos extrarregionales en Ucrania, Oriente Medio y otros lugares. El peso de Brasil se verá reforzado por tener una de las mayores economías de la región, con una modesta tasa de crecimiento del 1,5% en 2024.

Argentina

Argentina pasará la mayor parte de 2024 en crisis política y económica. La devaluación de la moneda en diciembre de 2024, de más del 50%, aumentará sustancialmente la inflación a principios de año, mientras que los recortes en ministerios, proyectos y transferencias a las provincias, y las huelgas y cortes de carretera de grupos de izquierda perjudicarán aún más las actividades económicas.

También es probable que el gobierno de Milei se encuentre en un importante conflicto político con los gobiernos de la región, en su mayoría de orientación izquierdista, a causa de su nueva orientación política, aunque una mayor alineación política con los gobiernos de centro-derecha de Paraguay y Uruguay creará una posibilidad de relaciones positivas con esos dos países.

La capacidad del gobierno de Milei para limitar la fuga de capitales, llegar a un acuerdo con el FMI, controlar los efectos nocivos de las protestas sociales y atraer nuevas inversiones del sector privado, evitando al mismo tiempo errores significativos, será decisiva para determinar si, a finales de 2024, Argentina seguirá siendo un país marginado internacionalmente y en estado de crisis económica y política, o llega a cambiar ese panorama.

Fuente: Infobae

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